Alumno | Plan/Programa | |
LEIDY VANESSA SIMBAQUEBA MOSQUERA | NEGOCIOS INTERNACIONALES | 0.0 |
CRISTHIAN LEONARDO GONZALEZ CHACON | ECONOMIA P081 | 0.8 |
DAYANNA ZULEIMY PIRACHICAN SANCHEZ | NEGOCIOS INTERNACIONALES | 0.0 |
ANDRES FELIPE HERNANDEZ BOLIVAR | NEGOCIOS INTERNACIONALES | 0.3 |
DANIEL RICARDO DAZA FERNADEZ | ECONOMIA | 1.5 |
ERIKA LICETH CORTES GONZALEZ | NEGOCIOS INTERNACIONALES P072 | 0.0 |
VALENTINA MUÃOZ PINEDA | NEGOCIOS INTERNACIONALES | 0.9 |
lunes, 12 de septiembre de 2016
primer corte
martes, 6 de septiembre de 2016
Disculpas
Pido disculpas a mis estudiantes por haber llegado tarde el dia de hoy, septiembre 6 de 2016., debido a inconvenientes imprevistos de transporte. A pesar de que usé transmilenio y taxi para resolverlos, no pude llegar a una hora apropiada. Comprendo que algunos se hayan ido sin esperarme, pero haremos un chat grupal en whattsup para corregir problemas de incomunicación.
del libro Etica de Gustavo Escobar Valenzuela
Resumen del tema 7 del libro Etica de Gustavo Escobar Valenzuela
En estas etapas tenemos lo que es: antigüedad, edad media, modernidad y
edad contemporánea.
Etapa Antigua
En la etapa griega es donde nacen los sofistas, estos personajes siguen las
filosofías de Sócrates y todo su pensar, su labor era de difundir sus
conocimientos mediante la persuasión, ellos rechazan la tradición cosmología y
el interés del hombre o sobre el hombre.
Estos sofistas desembocan al relativismo ellos querían resolver todo los
problemas existenciales mediante el uso de la razón y la lógica y él mas
destacado de todos los sofistas fue protágoras.
Para acabar con los sofistas quiero mencionar que ellos dicen que el hombre
es la propia medida de los actos, o que ellos son los que juzgan las diversas y
complejas situaciones de la vida, como dicen todo depende del color del cristal
con que se mida.
Sócrates
Este singular personaje nos dejan unos conocimientos bastantes profundos es
este personaje el creador de frase tan celebre:
NOSCE TE IPSUM
COMOCETE ATI MISMO
O también conocemos la que dice solo sé que no se nada, la cual rechazan
todo tipo de tendencias cosmologicas.
Sócrates rechaza el relativismo y el subjetivismo, él quiere establecer
conocimientos universales y orientados al aspecto moral, el también quiere que
el conocimiento sea practico o sea que se lleve a cabo a la hora de realizar el
acto moral.
Y como características podemos encontrar el eudemonismo, el intelectualismo
y sobre todo sobre la razón de la vida.
Escuela De Los Cínicos
Bueno las características de este tema como nos la describe ALFONSO REYES:
En religión no tienen iglesia, si no que quieren ser imitados por otros
hombres, también crean un espíritu cívico, se conducen como mendigos insolentes
y portadores del mensaje de Zeus, también son muy cosmopolitas, y poseen el
sentido de igualdad y son del proletariado.
Escuela Cirenaica
Esta es fundada por cirene, esta dice la felicidad consiste en tener
serenidad en él animo.
Según ellos también nos dicen que hay que poseer sin pertenecer como objeto
al alguien para el puro placer.
Placeres en división:
El mov entraña el dolor el mov suave da placer.
Etica De Platón
Platón nació en el seno de una familia aristocrática en Atenas. Su padre,
Aristón, era al parecer, descendiente de los primeros reyes de Atenas.
Perictione, su madre, estaba emparentada con el legislador del siglo VI a.C.
Solón. Su padre murió cuando aún era un niño y su madre se volvió a casar con
Pirilampes, colaborador del estadista Pericles.
De joven, Platón tuvo ambiciones políticas pero se desilusionó con los
gobernantes de Atenas. Más tarde se proclamó discípulo de Sócrates, aceptó su
filosofía y su forma dialéctica de debate: la obtención de la verdad mediante
preguntas, respuestas y más preguntas. Aunque se trata de un episodio muy
discutido, que algunos estudiosos consideran un metáfora literaria sobre el
poder, Platón fue testigo de la muerte de Sócrates durante el régimen
democrático ateniense en el año 399 a.C. Temiendo tal vez por su vida, abandonó
Atenas algún tiempo y viajó a Italia, Sicilia y Egipto.
En el año 387 Platón fundó en Atenas la Academia, institución a menudo
considerada como la primera universidad europea. Ofrecía un amplio plan de
estudios, que incluía materias como astronomía, biología, matemáticas, teoría
política y filosofía. Aristóteles fue su alumno más destacado.
Ante la posibilidad de conjugar la filosofía y la práctica política, Platón
viajó a Sicilia en el año 367 a.C. para ser tutor del nuevo gobernante de
Siracusa Dionisio el Joven. El experimento fracasó. Platón regresó a Siracusa
en el año 361 a.C., pero una vez más su participación en los acontecimientos
sicilianos tuvo poco éxito. Pasó los últimos años de su vida dando conferencias
en la Academia y escribiendo. Murió próximo a los 80 años en Atenas en el año
348 o 347 a.C.
Los escritos de Platón adoptaban la forma de diálogos, donde se exponían
ideas filosóficas, se discutían y se criticaban en el contexto de una
conversación o un debate en el que participaban dos o más personas. El primer
grupo de escritos de Platón incluye 35 diálogos y 13 cartas. Se ha cuestionado
la autenticidad de algunos diálogos y de la mayoría de las cartas.
Politica
La República, la mayor obra política de Platón, trata de la cuestión de la
justicia y por lo tanto de las preguntas ¿qué es un Estado justo? y ¿quién es
un individuo justo?.
El Estado ideal, según Platón, se compone de tres clases. La estructura
económica del Estado reposa en la clase de los comerciantes. La seguridad, en
los militares y el liderazgo político es asumida por los filósofos-reyes. La
clase de una persona viene determinada por un proceso educativo que empieza en
el nacimiento y continúa hasta que esa persona ha alcanzado el máximo grado de
educación compatible con sus intereses y habilidades. Los que completan todo el
proceso educacional se convierten en filósofos-reyes. Son aquellos cuyas mentes
se han desarrollado tanto que son capaces de entender las ideas y, por lo
tanto, toman las decisiones más sabias. En realidad, el sistema educacional
ideal de Platón está, ante todo, estructurado para producir filósofos-reyes.
Platón asocia las virtudes tradicionales griegas con la estructura de clase
del Estado ideal. La templanza es la única virtud de la clase artesana, el
valor es la virtud de la clase militar y la sabiduría caracteriza a los
gobernantes. La justicia, la cuarta virtud, caracteriza a la sociedad en su
conjunto. El Estado justo es aquel en el que cada clase debe llevar a cabo su
propia función sin entrar en las actividades de las demás clases.
Platón aplica al análisis del alma humana un esquema semejante: la
racional, la voluntad y los apetitos. Una persona justa es aquella cuyo
elemento racional, ayudado por la voluntad, controla los apetitos. Existe una
evidente analogía con la estructura del Estado anterior, en la que los
filósofos-reyes sabios, ayudados por los soldados, gobiernan el resto de la
sociedad.
La teoría ética de Platón descansa en la suposición de que la virtud es
conocimiento y que éste puede ser aprendido. Dicha doctrina debe entenderse en
el conjunto de su teoría de las ideas. Como ya se ha dicho, la idea última para
Platón es la idea de Dios, y el conocimiento de esa idea es la guía en el
trance de adoptar una decisión moral. Platón mantenía que conocer a Dios es
hacer el bien. La consecuencia de esto es que aquel que se comporta de forma
inmoral lo hace desde la ignorancia. Esta conclusión se deriva de la
certidumbre de Platón de que una persona virtuosa es realmente feliz y como los
individuos siempre desean su propia felicidad, siempre ansían hacer aquello que
es moral.
Platón tenía una idea antagónica del arte y del artista aunque aprobara
algunos tipos de arte religioso y moralista. Su enfoque tiene que ver una vez
más con su teoría de las ideas. Una flor bonita, por ejemplo, es una copia o
imitación de las ideas universales de flor y belleza. La flor física es una
reproducción de la realidad, es decir, de las ideas. Un cuadro de la flor es,
por lo tanto, una reproducción secundaria de la realidad. Esto también
significa que el artista es una reproducción de segundo orden del conocimiento
y, en realidad, la crítica frecuente de Platón hacia los artistas era que
carecían de un conocimiento verdadero de lo que estaban haciendo. La creación
artística, observó Platón, parecía tener sus raíces en una inspirada locura.
Etica De Aristóteles
Nacido en Estagira (Macedonia), hijo de un médico de la corte real, se
trasladó a Atenas a los 17 años de edad para estudiar en la Academia de Platón.
Permaneció en esta ciudad durante aproximadamente 20 años, primero como
estudiante y, más tarde, como maestro.
Tras morir Platón (c. 347 a.C.), Aristóteles partió para Assos,
ciudad de Asia Menor en la que gobernaba un amigo suyo, Hermias, al cual sirvió
como consejero y con cuya sobrina e hija adoptiva, Pitia, contrajo matrimonio.
Tras ser capturado y ejecutado Hermias por los persas (345 a.C.),
Aristóteles se trasladó a Pella, capital de Macedonia, donde se convirtió en
tutor de Alejandro (futuro Alejandro III el Magno), hijo menor del rey Filipo
II. En el año 336 a.C., al acceder Alejandro al trono, regresó a Atenas y
estableció su propia escuela: el Liceo. Debido a que gran parte de las
discusiones y debates se desarrollaban mientras maestros y estudiantes paseaban
por el Liceo, este centro llegó a ser conocido como escuela peripatética. La
muerte de Alejandro (323 a.C.) generó en Atenas un fuerte sentimiento
antimacedonio, con lo que Aristóteles se retiró a una propiedad familiar en
Calcis, en la isla de Eubea, donde moriría al año siguiente.
Al igual que Platón en sus primeros años en la Academia, Aristóteles
utilizó muy a menudo la forma dialogada de razonamiento, aunque, al carecer del
talento imaginativo de Platón, esta modalidad de expresión no fue nunca de su
pleno agrado. Si se exceptúan escasos fragmentos mencionados en las obras de
algunos escritores posteriores, sus diálogos se han perdido por completo.
Aristóteles escribió además algunas notas técnicas, como es el caso de un
diccionario de términos filosóficos y un resumen de las doctrinas de Pitágoras;
de estos apuntes sólo han sobrevivido algunos breves extractos. Lo que sí ha
llegado hasta nuestros días, sin embargo, son las notas de clase que
Aristóteles elaboraba para sus cursos, delimitados con gran esmero y que
cubrían casi todos los campos del saber y del arte. Los textos en los que
descansa la reputación de Aristóteles se basan en gran parte en estas
anotaciones, que fueron recopiladas y ordenadas por sus editores posteriores.
Entre sus textos existen tratados de lógica, llamados Organon (`instrumento'),
ya que proporcionan los medios con los que se ha de alcanzar el conocimiento
positivo. Entre las obras que tratan de las ciencias naturales está la Física,
que recoge amplia información sobre astronomía, meteorología, botánica y
zoología. Sus escritos sobre la naturaleza, alcance y propiedades del ser, que
Aristóteles llamó “primera filosofía”, recibieron el nombre de Metafísica en la
primera edición publicada de sus obras (c. 60 a.C.), debido a que en
dicha edición aparecían tras la Física. A su hijo Nicómaco dedicaría su obra
sobre la ética, llamada Ética a Nicómaco. Otras obras esenciales son Retórica,
Poética (que se conserva incompleta, véase Teatro y arte dramático) y Política
(también incompleta).
Métodos
Quizás debido a la influencia de su padre, que era médico, la filosofía de
Aristóteles hacía hincapié sobre todo en la biología, frente a la importancia
que Platón concedía a las matemáticas. Para Aristóteles, el mundo estaba
compuesto por individuos (sustancias) que se presentaban en tipos naturales
fijos (especies). Cada individuo cuenta con un patrón innato específico de
desarrollo y tiende en su crecimiento hacia la debida autorrealización como
ejemplo de su clase. El crecimiento, la finalidad y la dirección son, pues,
aspectos innatos a la naturaleza, y aunque la ciencia estudia los tipos
generales, éstos, según Aristóteles, encuentran su existencia en individuos
específicos. La ciencia y la filosofía deben, por consiguiente, no limitarse a
escoger entre opciones de una u otra naturaleza, sino equilibrar las
afirmaciones del empirismo (observación y experiencia sensorial) y el
formalismo (deducción racional).
Una de las aportaciones características de la filosofía de Aristóteles fue
la nueva noción de causalidad. Los primeros pensadores griegos habían tendido a
asumir que sólo un único tipo de causa podía ser explicatoria; Aristóteles
propuso cuatro. (El término que usa Aristóteles, aition, `factor responsable y
explicatorio', no es sinónimo de causa en el sentido moderno que posee esta palabra.)
Estas cuatro causas son: la causa material (materia de la que está
compuesta una cosa), la causa eficiente o motriz (fuente de movimiento,
generación o cambio), la causa formal (la especie, el tipo o la clase) y la
causa final (objetivo o pleno desarrollo de un individuo, o la función planeada
de una construcción o de un invento). Así pues, un león joven está compuesto de
tejidos y órganos, lo que constituiría la causa material; la causa motriz o
eficiente serían sus padres, que lo crearon; la causa formal es su especie
(león), mientras que la causa final es su impulso innato por convertirse en un
ejemplar maduro de su especie. En contextos diferentes, las mismas cuatro
causas se aplican de forma análoga. Así, la causa material de una estatua es el
mármol en que se ha esculpido; la causa eficiente, el escultor; la causa
formal, la forma que el escultor ha dado a la estatua (Hermes o Afrodita, por
ejemplo), y la causa final, su función (ser una obra de arte).
En todos los contextos, Aristóteles insiste en que algo puede entenderse
mejor cuando se expresan sus causas en términos específicos y no en términos
generales. Por este motivo, se obtiene más información si se conoce que un
escultor realizó la estatua que si apenas se sabe que la esculpió un artista, y
se obtendrá todavía más información si se sabe que fue Policleto el que la
cinceló, que si tan sólo se conoce que fue un escultor no especificado.
Aristóteles creía que su noción de las causas era la clave ideal para
organizar el conocimiento. Sus notas de clases son una impresionante prueba de
la fuerza de dicho esquema.
En la siguiente exposición se pueden apreciar algunos de los principales
aspectos de las doctrinas o teorías del pensamiento aristotélico.
Física o filosofía natural
En astronomía, Aristóteles propuso la existencia de un Universo esférico y
finito que tendría a la Tierra como centro. La parte central está compuesta por
cuatro elementos: tierra, aire, fuego y agua. En su Física, cada uno de estos
elementos tiene un lugar adecuado, determinado por su peso relativo o “gravedad
específica”. Cada elemento se mueve, de forma natural, en línea recta —la
tierra hacia abajo, el fuego hacia arriba— hacia el lugar que le corresponde,
en el que se detendrá una vez alcanzado, de lo que resulta que el movimiento
terrestre siempre es lineal y siempre acaba por detenerse. Los cielos, sin
embargo, se mueven de forma natural e infinita siguiendo un complejo movimiento
circular, por lo que deben, conforme con la lógica, estar compuestos por un
quinto elemento, que él llamaba aither, elemento superior que no es susceptible
de sufrir cualquier cambio que no sea el de lugar realizado por medio de un
movimiento circular. La teoría aristotélica de que el movimiento lineal siempre
se lleva a cabo a través de un medio de resistencia es, en realidad, válida
para todos los movimientos terrestres observables. Aristóteles sostenía también
que los cuerpos más pesados de una materia específica caen de forma más rápida
que aquellos que son más ligeros cuando sus formas son iguales, concepto
equivocado que se aceptó como norma hasta que el físico y astrónomo italiano
Galileo llevó a cabo su experimento con pesos arrojados desde la torre
inclinada de Pisa.
Aristóteles creía que la libertad de elección del individuo hacía imposible
un análisis preciso y completo de las cuestiones humanas, con lo que las
“ciencias prácticas”, como la política o la ética, se llamaban ciencias sólo
por cortesía y analogía. Las limitaciones inherentes a las ciencias prácticas
quedan aclaradas en los conceptos aristotélicos de naturaleza humana y
autorrealización. La naturaleza humana implica, para todos, una capacidad para
formar hábitos, pero los hábitos formados por un individuo en concreto dependen
de la cultura y opciones personales repetidas de ese individuo. Todos los seres
humanos anhelan la “felicidad”, es decir, una realización activa y comprometida
de sus capacidades innatas, aunque este objetivo puede ser alcanzado por muchos
caminos.
La Ética a Nicómaco es un análisis de la relación del carácter y la
inteligencia con la felicidad. Aristóteles distinguía dos tipos de “virtud” o
excelencia humana: moral e intelectual. La virtud moral es una expresión del
carácter, producto de los hábitos que reflejan opciones repetidas. Una virtud
moral siempre es el punto medio entre dos extremos menos deseables. El valor,
por ejemplo, es el punto intermedio entre la cobardía y la impetuosidad
irreflexiva; la generosidad, por su parte, constituiría el punto intermedio
entre el derroche y la tacañería. Las virtudes intelectuales, sin embargo, no
están sujetas a estas doctrinas de punto intermedio. La ética aristotélica es
una ética elitista: para él, la plena excelencia sólo puede ser alcanzada por
el varón adulto y maduro perteneciente a la clase alta y no por las mujeres,
niños, “bárbaros” (no griegos) o “mecánicos” asalariados (trabajadores
manuales, a los cuales negaba el derecho al voto).
Como es obvio, en política es posible encontrar muchas formas de asociación
humana. Decidir cuál es la más idónea dependerá de las circunstancias, como,
por ejemplo, los recursos naturales, la industria, las tradiciones culturales y
el grado de alfabetización de cada comunidad. Para Aristóteles, la política no
era un estudio de los estados ideales en forma abstracta, sino más bien un
examen del modo en que los ideales, las leyes, las costumbres y las propiedades
se interrelacionan en los casos reales. Así, aunque aprobaba en aquel tiempo la
institución de la esclavitud, moderaba su aceptación aduciendo que los amos no
debían abusar de su autoridad, ya que los intereses de amo y esclavo son los
mismos. La biblioteca del Liceo contenía una colección de 158 constituciones,
tanto de estados griegos como extranjeros. El propio Aristóteles escribió la
Constitución de Atenas como parte de la colección, obra que estuvo perdida
hasta 1890, año en que fue recuperada. Los historiadores han encontrado gracias
a este texto muy valiosos datos para reconstruir algunas fases de la historia
ateniense.
Epoca epicúrea y estoica. Periodo helenistico romano
Epicúreismo
Sistema de filosofía basado sobre todo en las enseñanzas del filósofo
griego Epicuro. La doctrina más conocida, pero asimismo más discutida por los
modernos tratadistas del epicureísmo es que el placer constituye el bien
supremo y la meta más importante de la vida. Se prefieren los placeres
intelectuales a los sensuales, que tienden a perturbar la paz del espíritu. La
verdadera felicidad, según enseñó Epicuro, consiste en la serenidad que resulta
del dominio del miedo, es decir, de los dioses, de la muerte y de la vida
futura. El fin último de toda la especulación epicúrea sobre la naturaleza es
eliminar esos temores.
La física epicúrea es atomista, en la tradición de los filósofos griegos
Leucipo y Demócrito. Epicuro consideró que el universo era infinito y eterno y
que consistía sólo en cuerpos y espacio. De los cuerpos, algunos son compuestos
y otros son átomos, o indivisibles, elementos estables de los que están
formados los compuestos. El mundo, tal y como es visto por el ojo humano, se
nutre de las rotaciones, colisiones y agregaciones de esos átomos, que desde
una perspectiva individual sólo poseen forma, tamaño y peso.
En biología, Epicuro anticipó la doctrina moderna de la selección natural.
Afirmó que las fuerzas naturales dan origen a organismos de diferentes clases y
que sólo las clases capaces de superarse a sí mismas y reproducirse han
sobrevivido.
La psicología epicúrea es materialista en alto grado. Mantiene que las
sensaciones son provocadas por un continuo flujo de imágenes o 'ídolos'
abandonadas por los cuerpos e impresionadas en los sentidos. Considera que
todas las sensaciones son fiables de una forma absoluta, el error surge cuando
la sensación está interpretada de modo impropio. Cree que el alma está
compuesta de pequeñas partículas distribuidas por todo el cuerpo. Epicuro
enseñó que la disolución del cuerpo en la muerte conduce a la disolución del
alma, que no puede existir fuera del cuerpo; y por ello no hay vida futura
posible. Dado que la muerte significa la extinción total, no tiene sentido ni
para los vivos ni para los muertos, porque "cuando somos, la muerte no es,
y cuando estamos muertos, no somos".
Las virtudes cardinales del sistema de ética epicúreo son la justicia, la
honestidad y la prudencia, o el equilibrio entre el placer y el sufrimiento.
Epicuro prefería la amistad al amor, por ser aquella menos intranquilizadora
que éste. Su hedonismo personal mostró que sólo a través del dominio de sí
mismo, la moderación y el desapego puede uno alcanzar el tipo de tranquilidad
que constituye la felicidad verdadera. A pesar de su materialismo, Epicuro
creía en la libertad de la voluntad. Sugirió que incluso los átomos son libres
y se mueven de cuando en cuando con total espontaneidad; su idea se asemeja al
principio de incertidumbre de la mecánica cuántica.
Epicuro no negó la existencia de dioses, pero mantuvo con fuerza que como
"seres felices e imperecederos" podían no tener nada que ver con los
asuntos humanos, aunque gozaran contemplando la vida de los buenos mortales. La
verdadera religión descansa en una contemplación similar por parte de los
humanos de las vidas ideales de los dioses elevados e invisibles.
Las enseñanzas de Epicuro fueron establecidas con tanta firmeza y veneradas
de tal modo por sus seguidores, que sus doctrinas, a diferencia de las del
estoicismo, su principal rival filosófico, permanecieron intactas como una
tradición viva. Sin embargo, el epicureísmo cayó en descrédito en gran parte
debido a la confusión, que aún persiste, entre sus principios y los del
hedonismo sensual proclamado con anterioridad por los cirenaicos. A pesar de
todo, la filosofía epicúrea tuvo muchos discípulos distinguidos: entre los
griegos el gramático Apolodoro y entre los romanos el poeta Horacio, el estadista
Plinio el Joven y sobre todo el poeta Lucrecio. El poema De rerum natura (De la
naturaleza de las cosas) de Lucrecio es la principal fuente de conocimiento del
epicureísmo. Desapareció como escuela a principios del siglo IV d.C. Fue
reactivada en el siglo XVII por el filósofo francés Pierre Gassendi. Desde
entonces, el epicureísmo ha atraído a numerosos seguidores y se considera una
de las escuelas de filosofía y ética más influyentes de todos los tiempos.
Estoicismo
Escuela de filosofía occidental, fundada en la antigua Grecia, opuesta al
epicureísmo en su modo de considerar la vida y el deber. La filosofía estoica
se desarrolló a partir de la de los cínicos, cuyo fundador griego, Antístenes,
fue discípulo de Sócrates.
La escuela estoica se creó en Atenas hacia el 300 a.C. por Zenón de
Citio. Zenón, cuya filosofía proviene en gran parte de Crates de Tebas, abrió
su escuela en una columnata conocida como la Stoa Pecile (pórtico pintado).
Entre sus discípulos figuraba Cleantes de Aso (ciudad de la Tróade, área
circundante a la antigua Troya), del que se conserva su Himno a Zeus, en el que
expone la unidad, omnipotencia y gobierno moral de la suprema deidad. Cleantes
fue seguido por Crisipo de Soli en Cilicia. Estas tres personalidades
representan el primer periodo (300-200 a. C.) de la filosofía estoica.
El segundo periodo (200-50 a.C.) abarca la difusión generalizada de
esta filosofía y su expansión en el mundo romano. A Crisipo le sucedieron Zenón
de Tarso y Diógenes de Babilonia; les siguieron Antípatro de Tarso y uno de sus
alumnos, Panecio de Rodas. Panecio introdujo el estoicismo en Roma y entre sus
discípulos estaba Posidonio de Apamea (localidad de Siria), quien a su vez fue
maestro del orador Marco Tulio Cicerón.
El tercer periodo del estoicismo tuvo su centro en Roma. En este periodo,
entre los estoicos sobresalen Catón de Útica y, durante el periodo del Imperio
romano, los tres filósofos estoicos cuyos escritos se conservan son Lucio Anneo
Séneca, Epicteto y el emperador Marco Aurelio Antonino.
El estoicismo fue la filosofía más influyente en el Imperio romano durante
el periodo anterior al ascenso del cristianismo. Los estoicos, como los
epicúreos, ponían el énfasis en la ética considerada como el principal ámbito
de conocimiento, pero también desarrollaron teorías de lógica y física para
respaldar su doctrinas éticas. Su contribución más importante a la lógica
consistió en acuñar el silogismo hipotético como un método de análisis.
Sostenían que toda realidad es material, pero que la materia misma, que es
pasiva, se distingue del principio activo o animado, logos, que concebían tanto
como la razón divina y también como un tipo sutil de entidad material, un soplo
o fuego que todo lo impregna, tal como el filósofo griego Heráclito había
supuesto sería el principio cósmico. De acuerdo con los estoicos el alma humana
es una manifestación del logos. Mantenían que vivir de acuerdo con la
naturaleza o la razón es vivir conforme al orden divino del universo. La
importancia de esta visión se aprecia en la parte que el estoicismo desempeñó
en el desarrollo de una teoría de ley natural, que influyó poderosamente en la
jurisprudencia romana.
La base de la ética estoica es el principio, proclamado antes por los
cínicos, de que el bien no está en los objetos externos, sino en la condición
del alma en sí misma, en la sabiduría y dominio mediante los que una persona se
libera de las pasiones y deseos que perturban la vida corriente. Las cuatro
virtudes cardinales de la filosofía estoica son la sabiduría, el valor, la
justicia y la templanza, una clasificación derivada de las enseñanzas de
Platón.
Un rasgo distintivo del estoicismo es su vocación cosmopolita. Todas las
personas son manifestaciones de un espíritu universal y deben, según los
estoicos, vivir en amor fraternal y ayudarse de buena gana unos a otros.
Mantenían que diferencias externas, como la clase y la riqueza, no tienen
ninguna importancia en las relaciones sociales. Así, antes del cristianismo,
los estoicos reconocían y preconizaban la fraternidad de la humanidad y la
igualdad natural de todos los seres humanos.
Ética Cristiana
Los modelos éticos de la edad clásica fueron aplicados a las clases
dominantes, en especial en Grecia. Las mismas normas no se extendieron a los no
griegos, que eran llamados barbaroi (bárbaros), un término que adquirió
connotaciones peyorativas. En cuanto a los esclavos, la actitud hacia los
mismos puede resumirse en la calificación de `herramientas vivas' que le aplicó
Aristóteles. En parte debido a estas razones, y una vez que decayeron las
religiones paganas, las filosofías contemporáneas no consiguieron ningún
refrendo popular y gran parte del atractivo del cristianismo se explica por la
extensión de la ciudadanía moral a todos, incluso a los esclavos.
El advenimiento del cristianismo marcó una revolución en la ética, al
introducir una concepción religiosa de lo bueno en el pensamiento occidental.
Según la idea cristiana una persona es dependiente por entero de Dios y no
puede alcanzar la bondad por medio de la voluntad o de la inteligencia, sino
tan sólo con la ayuda de la gracia de Dios. La primera idea ética cristiana
descansa en la regla de oro: “Lo que quieras que los hombres te hagan a ti,
áselo a ellos” (MT. 7,12); en el mandato de amar al prójimo como a uno mismo (Lev.
19,18) e incluso a los enemigos (Mt. 5,44), y en las palabras de Jesús: “Dad al
César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt. 22,21). Jesús creía
que el principal significado de la ley judía descansa en el mandamiento “amarás
al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza y
con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo” (Lc. 10,27).
El cristianismo primigenio realzó como virtudes el ascetismo, el martirio,
la fe, la misericordia, el perdón, el amor no erótico, que los filósofos
clásicos de Grecia y Roma apenas habían considerado importantes.
San Agustín
Se hizo necesario aclarar esta doctrina cuando surgió la duda de que había
interpretaciones erróneas de las normas transmitidas en el mensaje de Cristo.
Las desviaciones más importantes o herejías tenían que ver con Cristo como ser
humano. Algunos teólogos buscaban proteger su santidad, negando que fuera un
individuo como cualquier otro, mientras que había quienes buscaban proteger la
fe monoteísta, haciendo de Cristo una figura divina de rango inferior a Dios,
el Padre.
En respuesta a estas dos tendencias, en los credos comenzó, en época muy
temprana, un proceso para especificar la condición divina de Cristo, en
relación con la divinidad del Padre. Las formulaciones definitivas de estas
relaciones se establecieron durante los siglos IV y V, en una serie de
concilios oficiales de la Iglesia; dos de los más destacados fueron el de Nicea
en el 325, y el de Calcedonia en el 451, en los que se acuñaron las doctrinas
de la doble naturaleza de Cristo, forma aún aceptada por muchos cristianos
(véase Concilio de Calcedonia; Credo de y su Nicea). Hasta que se expusieron
estos principios, el cristianismo tuvo que refinar su pensamiento lenguaje,
proceso en el que se fue creando una teología filosófica, tanto en latín como
en griego. Durante más de mil años, éste fue el sistema intelectual con más
influencia en Europa. El principal artífice de la teología en Occidente fue san
Agustín de Hipona, cuya producción de textos literarios, dentro de los que se
incluyen los textos clásicos Confesiones y La ciudad de Dios, hizo más que
cualquier otro grupo de escritos, exceptuando los autores de la Biblia, para
darle forma a este sistema.
Santo Tomas De Aquino
a veces llamado doctor angélico y el príncipe de los escolásticos, filósofo
y teólogo italiano, cuyas obras lo han convertido en la figura más importante
de la filosofía escolástica y uno de los teólogos sobresalientes del
catolicismo.
Nació en una familia noble en Roccasecca (cerca de Aquino, en Italia) y
estudió en el monasterio benedictino de monte Cassino y en la Universidad de
Nápoles. Ingresó en la orden de los dominicos todavía sin graduarse en 1243, el
año de la muerte de su padre. Su madre, que se oponía a la entrada de Tomás en
una orden mendicante, le confinó en el castillo familiar durante más de un año
en un vano intento de hacerle abandonar el camino que había elegido. Le liberó
en 1245, y entonces Tomás viajó a París para completar su formación. Estudió
con el filósofo escolástico alemán Alberto Magno, siguiéndole a Colonia en
1248. Porque Tomás era de poderosa constitución física y taciturno, sus
compañeros novicios le llamaban buey mudo, pero Alberto Magno había predicho
que "este buey un día llenará el mundo con sus bramidos".
Primeros años
Tomás de Aquino fue ordenado sacerdote en 1250, y empezó a impartir clases
en la Universidad de París en 1252. Sus primeros escritos, en particular
sumarios y explicaciones de sus clases, aparecieron dos años más tarde. Su
primera obra importante fue Scripta super libros Sententiarum (c. 1256), que
consiste en comentarios sobre una obra influyente relacionada con los
sacramentos de la Iglesia, conocida como el Sententiarum libri quatuor, del
teólogo italiano Pedro Lombardo.
En 1256 a Tomás de Aquino se le concedió un doctorado en teología y fue
nombrado profesor de filosofía en la Universidad de París. El papa Alejandro
IV, que ocupó la silla pontificia desde 1254 hasta 1261, le llamó a Roma en
1259, donde sirvió como consejero y profesor en la curia papal. Regresó a París
en 1268, y en seguida llegó a implicarse en una controversia con el filósofo
francés Siger de Brabant y otros seguidores del filósofo islámico Averroes.
Estudio de Aristóteles y los averroístas
Para comprender la crucial importancia de esta polémica en la evolución del
pensamiento de Occidente, es necesario considerar el contexto en que se
produjo. Antes de Tomás de Aquino, el pensamiento occidental había estado
dominado por la filosofía de san Agustín, el gran Padre y Doctor de la Iglesia
occidental durante los siglos IV y V, quien consideraba que en la búsqueda de
la verdad se debía confiar en la experiencia de los sentidos. A principios del
siglo XIII las principales obras de Aristóteles estuvieron disponibles en una
traducción latina de la escuela de traductores de Toledo, acompañadas por los
comentarios de Averroes y otros eruditos islámicos. El vigor, la claridad y la
autoridad de las enseñanzas de Aristóteles devolvieron la confianza en el
conocimiento empírico, lo que originó la formación de una escuela de filósofos
conocidos como averroístas. Bajo el liderazgo de Siger de Brabant, los
averroístas afirmaban que la filosofía era independiente de la revelación.
Esta postura amenazaba la integridad y supremacía de la doctrina católica,
apostólica romana y llenó de preocupación a los pensadores ortodoxos. Ignorar a
Aristóteles, tal como lo hacían los averroístas, era imposible, y condenar sus
enseñanzas era inútil. Tenía que ser tenido en cuenta. San Alberto Magno y
otros eruditos habían intentado hacer frente a los averroístas, pero con poco
éxito. Santo Tomás triunfó con brillantez.
Reconciliando el énfasis agustino sobre el principio humano espiritual con
la afirmación averroísta de la autonomía del conocimiento derivado de los
sentidos, Tomás de Aquino insistía que las verdades de la fe y las propias de
la experiencia sensible, así como las presentadas por Aristóteles, son
compatibles y complementarias. Algunas verdades, como el misterio de la encarnación,
pueden ser conocidas sólo a través de la revelación, y otras, como la
composición de las cosas materiales, sólo a través de la experiencia; aun
otras, como la existencia de Dios, son conocidas a través de ambas por igual.
Así, la fe guía al hombre hacia su fin último, Dios; supera a la razón, pero no
la anula. Todo conocimiento, mantenía, tiene su origen en la sensación, pero
los datos sensibles pueden hacerse inteligibles sólo por la acción del
intelecto, que eleva el pensamiento hacia la aprehensión de tales realidades
inmateriales como el alma humana, los ángeles y Dios. Para lograr la
comprensión de las verdades más elevadas, aquellas con las que está relacionada
la religión, es necesaria la ayuda de la revelación. El realismo moderado de
santo Tomás afirmó los grandes conceptos de su sistema en el pensamiento, en
oposición al realismo extremo, el cual los proponía como independientes del
pensamiento humano. No obstante, admitía una base para los universales en las
cosas existentes en oposición al nominalismo y conceptualismo. En su filosofía
de la política, a pesar de reconocer el valor positivo de la sociedad humana,
se propone justificar la perfecta racionalidad de la subordinación del Estado a
la Iglesia.
Últimos años
Santo Tomás primero sugirió su opinión madurada en De unitate intellectus
contra averroistas (1270). Esta obra volvió la tendencia contra sus oponentes,
quienes fueron censurados por la Iglesia.
Santo Tomás dejó París en 1272 y se fue a Nápoles, donde organizó una nueva
escuela dominica. En marzo de 1274, mientras viajaba para asistir al Concilio
de Lyon, al que había sido enviado por el papa Gregorio X, cayó enfermo. Murió
el 7 de marzo en el monasterio cisterciense de Fossanova.
Santo Tomás fue canonizado por el papa Juan XXII en 1323 y proclamado
Doctor de la Iglesia por el papa Pío V en 1567. Su fiesta se celebra el 28 de
enero.
Valoración
Con más fortuna que ningún otro teólogo o filósofo, santo Tomás organizó el
conocimiento de su tiempo y lo puso al servicio de su fe. En su esfuerzo para
reconciliar fe con intelecto, creó una síntesis filosófica de las obras y
enseñanzas de Aristóteles y otros sabios clásicos: de san Agustín y otros
Padres de la Iglesia, de Averroes, Avicena, y otros eruditos islámicos, de
pensadores judíos como Maimónides y Solomon ben Yehuda ibn Gabirol, y de sus
predecesores en la tradición escolástica. Esta síntesis la llevó en la línea de
la Biblia y la doctrina católica.
El éxito de santo Tomás fue inmenso; su obra marca una de las escasas
grandes culminaciones en la historia de la filosofía. Después de él, los
filósofos occidentales sólo podían elegir entre seguirle con humildad o
inclinarse hacia alguna otra dirección diferente. En los siglos posteriores a
su muerte, la tendencia dominante y constante entre los pensadores católicos
fue adoptar la segunda alternativa. El interés en la filosofía tomista empezó a
restablecerse, sin embargo, hacia el final del siglo XIX. En la encíclica
Aeterni Patris (Del Padre eterno, 1879), el papa León XIII recomendaba que la
filosofía de santo Tomás fuera la base de la enseñanza en todas las escuelas
católicas. El papa Pío XII, en la encíclica Humani generis (1950), afirmaba que
la filosofía tomista es la guía más segura para la doctrina católica y
desaprobaba toda desviación de ella. El tomismo permanece como una escuela
importante en el pensamiento contemporáneo. Entre los pensadores, católicos y
no católicos, que han trabajado dentro del marco tomista, han estado los
filósofos franceses Jacques Maritain y Étienne Gilson.
Santo Tomás fue un autor prolífico en extremo, con cerca de 800 obras
atribuidas. Las dos más importantes son Summa contra Gentiles (1261-1264), un
estudio razonado con la intención de persuadir a los intelectuales musulmanes
de la verdad del cristianismo y la Summa theologica (1265-1273), en tres partes
(sobre Dios, la vida moral del hombre y Cristo), de la que la última está
inacabada.
Ética moderna
Formalismo Katiano
La piedra angular de la filosofía de Kant, a veces llamada filosofía
crítica, está recogida en su Crítica de la razón pura (1781), en la que examinó
las bases del conocimiento humano y creó una epistemología individual. Al igual
que los primeros filósofos, Kant diferenciaba los modos de pensar en
proposiciones analíticas y sintéticas. Una proposición analítica es aquella en
la que el predicado está contenido en el sujeto, como en la afirmación `las
casas negras son casas'. La verdad de este tipo de proposiciones es evidente,
porque afirmar lo contrario supondría plantear una proposición contradictoria.
Tales proposiciones son llamadas analíticas porque la verdad se descubre por el
análisis del concepto en sí mismo. Las proposiciones sintéticas, en cambio, son
aquellas a las que no se puede llegar por análisis puro, como en la expresión `la
casa es negra'. Todas las proposiciones comunes que resultan de la experiencia
del mundo son sintéticas.
Las proposiciones, según Kant, pueden ser divididas también en otros dos
tipos: empírica, o a posteriori, y a priori. Las proposiciones empíricas dependen
tan sólo de la percepción, pero las proposiciones a priori tienen una validez
esencial y no se basan en tal percepción. La diferencia entre estos dos tipos
de proposiciones puede ser ilustrada por la empírica `la casa es negra' y la a
priori `dos más dos son cuatro'. La tesis de Kant en la Crítica consiste en que
resulta posible formular juicios sintéticos a priori. Esta posición filosófica
es conocida como transcendentalismo. Al explicar cómo es posible este tipo de
juicios, Kant consideraba los objetos del mundo material como incognoscibles en
esencia; desde el punto de vista de la razón, sirven tan sólo como materia pura
a partir de la cual se nutren las sensaciones. Los objetos, en sí mismos, no
tienen existencia, y el espacio y el tiempo pertenecen a la realidad sólo como
parte de la mente, como intuiciones con las que las percepciones son medidas y
valoradas.
Además de estas intuiciones, Kant afirmó que un número de conceptos a
priori, llamados categorías, también existen. Dividió las categorías en cuatro
grupos: los relativos a la cantidad, que son unidad, pluralidad y totalidad;
los relacionados con la cualidad, que son realidad, negación y limitación; los
que conciernen a la relación, que son sustancia-y-accidente, causa-y-efecto y
reciprocidad; y los que tienen que ver con la modalidad, que son posibilidad,
existencia y necesidad. Las intuiciones y las categorías se pueden emplear para
hacer juicios sobre experiencias y percepciones, pero, según Kant, no pueden
emplearse para que se apliquen sobre ideas abstractas o conceptos cruciales
como libertad y existencia sin que lleven a inconsecuencias en la forma de
binomios de proposiciones contradictorias, o antinomias, en las que ambos
elementos de cada par pueden ser probados como verdad.
En la Metafísica de la ética (1797) Kant describe su sistema ético, basado
en la idea de que la razón es la autoridad última de la moral. Afirmaba en sus
páginas que los actos de cualquier clase han de ser emprendidos desde un
sentido del deber que dictase la razón, y que ningún acto realizado por
conveniencia o sólo por obediencia a la ley o costumbre puede considerarse como
moral. Kant describió dos tipos de órdenes dadas por la razón: el imperativo
hipotético que dispone un curso dado de acción para lograr un fin específico; y
el imperativo categórico que dicta una trayectoria de actuación que debe ser
seguida por su exactitud y necesidad. El imperativo categórico es la base de la
moral y fue resumido por Kant en estas palabras claves: “Obra como si la máxima
de tu acción pudiera ser erigida, por tu voluntad, en ley universal de la
naturaleza”.
Las ideas éticas de Kant son el resultado lógico de su creencia en la
libertad fundamental del individuo, como manifestó en su Crítica de la razón
práctica (1788). No consideraba esta libertad como la libertad no sometida a
las leyes, como en la anarquía, sino más bien como la libertad del gobierno de
sí mismo, la libertad para obedecer en conciencia las leyes del Universo como
se revelan por la razón. Creía que el bienestar de cada individuo sería
considerado, en sentido estricto, como un fin en sí mismo y que el mundo
progresaba hacia una sociedad ideal donde la razón “obligaría a todo legislador
a crear sus leyes de tal manera que pudieran haber nacido de la voluntad única de
un pueblo entero, y a considerar todo sujeto, en la medida en que desea ser un
ciudadano, partiendo del principio de si ha estado de acuerdo con esta
voluntad”. En su tratado La paz perpetua (1795) Kant aboga por el
establecimiento de una federación mundial de estados republicanos.
Kant ha tenido mayor influencia que ningún otro filósofo de la era moderna.
La filosofía kantiana, y en especial como la desarrolló el filósofo alemán
Georg Wilhelm Friedrich Hegel, estableció los cimientos sobre los que se edificó
la estructura básica del pensamiento de Karl Marx. El método dialéctico,
utilizado tanto por Hegel como por Karl Marx, fue un desarrollo del método de
razonamiento articulado por antinomias que Kant aplicó. El filósofo alemán
Johann Fichte, alumno de Kant, rechazó la división del mundo de su maestro en
partes objetivas y subjetivas y elaboró una filosofía idealista que también
influyó de una forma notable en los socialistas del siglo XIX. Uno de los
sucesores de Kant en la Universidad de Königsberg, Johann Friedrich Herbart,
incorporó algunas de las ideas kantianas a sus sistemas de pedagogía.
Ética Contemporánea
Etica existencialista
Miguel Unamuno
Su filosofía, que no era sistemática, sino más bien una negación de
cualquier sistema y una afirmación de “fe en la fe misma”, impregna toda su
producción. Formado intelectualmente en el racionalismo y en el positivismo,
durante su juventud simpatizó con el socialismo, escribiendo varios artículos
para el periódico El Socialista, donde mostraba su preocupación por la
situación de España, siendo en un primer momento favorable a su europeización,
aunque posteriormente adoptaría una postura más nacionalista.
Esta preocupación por España (que reflejó en su frase “¡Me duele España!”)
se manifiesta en sus ensayos recogidos en sus libros En torno al casticismo
(1895), Vida de Don Quijote y Sancho (1905), donde hace del libro cervantino la
expresión máxima de la escuela española y permanente modelo de idealismo, y Por
tierras de Portugal y España (1911). También son frecuentes los poemas
dedicados a exaltar las tierras de Castilla, considerada la médula de España.
Más tarde, la influencia de filósofos como Arthur Schopenhauer, Adolf von
Harnack o Sören Aabye Kierkegaard, entre otros, y una crisis personal (cuando
contaba 33 años) contribuyeron a que rechazara el racionalismo, al que
contrapuso la necesidad de una creencia voluntarista de Dios y la consideración
del carácter existencial de los hechos. Sus meditaciones (desde una óptica
vitalista que anticipa el existencialismo) sobre el sentido de la vida humana,
en el que juegan un papel fundamental la idea de la inmortalidad (que daría
sentido a la existencia humana) y de un dios (que debe ser el sostén del
hombre), son un enfrentamiento entre su razón, que le lleva al escepticismo, y
su corazón, que necesita desesperadamente de Dios. Aunque sus dos grandes obras
sobre estos temas son Del sentimiento trágico de la vida (1913) y La agonía del
cristianismo (1925), toda su producción literaria está impregnada de esas preocupaciones.
Sören Kierkegaard
Kierkegaard nació en Copenhague el 15 de mayo de 1813. Su padre era un rico
comerciante y un estricto luterano, cuya tenebrosa piedad, dominada por un
sentimiento de culpa, y fantasías morbosas influyeron y obsesionaron a Kierkegaard.
Sören Kierkegaard estudió teología y filosofía en la Universidad de Copenhague,
donde conoció la filosofía hegeliana, contra la que reaccionó con
apasionamiento. En la universidad abandonó el protestantismo luterano y durante
un tiempo llevó una extravagante vida social y se convirtió en una figura en
los teatros y cafés de Copenhague. Tras la muerte de su padre en 1838, sin
embargo, decidió reemprender sus estudios teológicos. En 1840 se comprometió
con Regine Olson, de 17 años, pero muy pronto se dio cuenta de su incapacidad
para aceptar ese vínculo a causa de su naturaleza melancólica y de su vocación
filosófica. Rompió el compromiso matrimonial en 1841, pero este hecho fue muy
significativo para él y aludió al mismo repetidas veces en sus libros. En esa
época se dio cuenta de que no quería ser un pastor luterano. La herencia
recibida de su padre le permitió dedicarse por completo al pensamiento
filosófico y durante los 14 años que vivió tras este episodio escribió más de
20 obras.
Aproximación filosófica
El trabajo de Kierkegaard es poco sistemático de un modo intencionado y
reúne ensayos, aforismos, parábolas, cartas ficticias, diarios y otras
modalidades literarias. Muchos de sus ensayos fueron, al principio, publicados
bajo seudónimos. Aplicó el término existencial a su filosofía porque
consideraba a ésta como la expresión de la vida individual examinada con
intensidad y no como la construcción de un sistema monolítico a la manera del
filósofo alemán del siglo XIX Georg Wilhelm Friedrich Hegel, cuyo trabajo
criticó en Notas concluyentes no científicas (1846). Hegel afirmó haber
conseguido un absoluto entendimiento racional de la vida humana y de la
historia, Kierkegaard, por el contrario, resaltó la ambigüedad y la paradójica
naturaleza de la situación de los hombre. Afirmaba que los problemas
fundamentales de la existencia desafían una explicación racional y objetiva; la
mayor verdad es subjetiva.
La elección de la vida
Kierkegaard mantenía que la filosofía sistemática no sólo impone una falsa
perspectiva de la existencia humana, sino que también, al explicar la vida en
términos de necesidad lógica, se convierte en una manera de evitar la elección
y la responsabilidad. Creía que los individuos crean su propia naturaleza a
través de su elección, que ha de hacerse sin el peso de normas universales y
objetivas. La validez de la elección se puede determinar tan sólo de una forma
subjetiva.
En su primer gran trabajo O lo uno o lo otro (2 vols., 1843), Kierkegaard
describió dos esferas o ámbitos de existencia entre las que podía escoger el
individuo: la estética y la ética. La vía estética de la vida es un hedonismo
refinado, que consiste en una búsqueda del placer y el cultivo de la apariencia
y las formalidades. El individuo que ha seguido la vía estética busca la
variedad y la novedad en un esfuerzo por evitar el aburrimiento pero al fin
tiene que enfrentarse a éste y a la desesperación. El camino de la vida ética
implica un intenso y apasionado compromiso con el deber y con obligaciones
sociales y religiosas incondicionales. En sus últimos trabajos, como Estudios
en el camino de la vida (1845), Kierkegaard percibe en este sometimiento al
deber una pérdida de responsabilidad individual y propone un tercer nivel, el
religioso, en el que uno se somete a la voluntad de Dios, pero, al hacerlo,
encuentra la auténtica libertad. En Temor y temblor (1846) Kierkegaard se
centra en el mandamiento de Dios según el cual Abraham ha de sacrificar la vida
de su hijo Isaac (Gén. 22:1-19), un acto que viola las convicciones éticas de
Abraham. Éste da muestra de su fe al someterse al mandato de Dios, incluso
aunque no lo pueda comprender. Esta `suspensión de la ética', como lo llamaba
Kierkegaard, permite a Abraham alcanzar un auténtico compromiso con Dios. Para
evitar la desesperación última, el individuo tiene que dar un `salto de fe'
similar en una vida religiosa, que es en sí misma paradójica, misteriosa y se
halla plagada de riesgos. Uno está llamado a ello por el sentimiento de la
angustia (El concepto de la angustia, 1844) que, en última instancia, es un
temor a la nada.
Últimas obras
Hacia el final de su vida, Kierkegaard se vio sumido en el núcleo de
agitadas controversias, sobre todo con la Iglesia luterana danesa, a la que
consideraba mundana y corrupta. Sus últimos trabajos, como La enfermedad mortal
(1849), reflejan una idea cada vez más pesimista del cristianismo que enfatiza
el sufrimiento como esencia de la verdadera fe. También redobló sus ataques,
dirigidos contra la moderna sociedad europea, que denunció en La era actual
(1846) por su falta de pasión y sus valores cuantitativos. La tensión producida
por sus numerosos escritos y las controversias en que participó, minaron poco a
poco su salud; en octubre de 1855 se desmayó en la calle y murió el 11 de noviembre
de 1855 en Copenhague.
Influencia
La influencia de Kierkegaard se circunscribió al principio a Escandinavia y
a la Europa de habla alemana, donde su trabajo tuvo un fuerte impacto en la
teología protestante y en escritores como el narrador checo Franz Kafka.
Cuando, a principios del siglo XX, el existencialismo surgió como un movimiento
generalizado en Europa, las obras de Kierkegaard fueron traducidas con
profusión y se le reconoció como a una de las figuras clave de la cultura
moderna.
Gabriel Marcel
filósofo católico, dramaturgo y crítico francés que mantenía que los
individuos tan sólo pueden ser comprendidos en las situaciones específicas en
que se ven implicados y comprometidos. Esta afirmación constituye el eje de su
pensamiento, calificado como existencialismo cristiano. Nacido el 7 de
diciembre de 1889 en París, Marcel perdió a su madre a una edad muy temprana lo
que le dejó un profundo sentimiento de pérdida. Fue educado en un ambiente de
cariño, aunque sofocante, por su abuela y tía, convirtiéndose esta última en su
madrastra.
En su primer libro, Diario metafísico, Marcel abogaba por una filosofía de
lo concreto que reconociera que la encarnación del sujeto en un cuerpo y la
situación histórica del individuo condicionan en esencia lo que se es en
realidad. Marcel distinguió la reflexión primaria, que tiene que ver con los
objetos y las abstracciones y alcanza su forma más elevada en la ciencia y la
tecnología, de su propio método, la reflexión secundaria que se ocupa de
aquellos aspectos de la existencia humana, como el cuerpo y la situación de
cada persona, en los que se participa de forma tan completa que el individuo no
puede abstraerse de los mismos. La reflexión secundaria contempla los misterios
y proporciona una especie de verdad (filosófica, moral y religiosa) que no puede
ser verificada mediante procedimientos científicos, pero que es confirmada en
tanto ilumina la vida de cada uno. Marcel, al contrario que otros seguidores
del existencialismo, hizo hincapié en la participación en una comunidad en vez
de denunciar el ontológico aislamiento humano. No sólo expresó estas ideas en
sus libros, sino también en sus obras de teatro, que presentaban situaciones
complejas donde las personas se veían atrapadas y conducidas hacia la soledad y
la desesperación, o bien establecían una relación satisfactoria con las demás
personas y con Dios. Defensor de los sublevados durante la Guerra Civil
española, Albert Camus polemizó con él en varias cartas públicas donde denunció
las contradicciones éticas de su reflexión filosófica humanista. Entre sus
obras destacan Diario metafísico (1923), Ser y tener (1933), Del rechazo a la
invocación (1940) y Homo viator (1944).
Jean Paul Sartre
En su primera obra filosófica, El ser y la nada (1943), Sartre concebía a
los humanos como seres que crean su propio mundo al rebelarse contra la
autoridad y aceptar la responsabilidad personal de sus acciones, sin el
respaldo ni el auxilio de la sociedad, la moral tradicional o la fe religiosa.
Al distinguir entre la existencia humana y el mundo no humano, mantenía que la
existencia de los hombres se caracteriza por la nada, es decir, por la
capacidad para negar y rebelarse. Su teoría del psicoanálisis existencial
afirmaba la ineludible responsabilidad de todos los individuos al adoptar sus
propias decisiones y hacía del reconocimiento de una absoluta libertad de
elección la condición necesaria de la auténtica existencia humana. Las obras de
teatro y novelas de Sartre expresan su creencia de que la libertad y la
aceptación de la responsabilidad personal son los valores principales de la
vida y que los individuos deben confiar en sus poderes creativos más que en la
autoridad social o religiosa.
Anarquismo, doctrina política que se opone a cualquier clase de jerarquía,
tanto si se ha consolidado por la tradición o el consenso como si se ha
impuesto de forma coactiva. Los anarquistas creen que el mayor logro de la
humanidad es la libertad del individuo para poder expresarse y actuar sin que
se lo impida ninguna forma de poder, sea terrena o sobrenatural, por lo que es
básico abatir todo tipo de gobierno, luchar contra toda religión o secta
organizada, en cuanto que éstas representan el desprecio por la autonomía de
los hombres y la esclavitud económica. Combatir al Estado como entidad que
reprime la auténtica libertad económica y personal de todos los ciudadanos se
convierte en una necesidad inmediata y la desaparición del Estado se considera
un objetivo revolucionario a corto plazo. La doctrina anarquista impone para su
acción una sola limitación: la prohibición de causar perjuicio a otros seres
humanos, y de esta limitación nace otro presupuesto ideológico básico: si
cualquier humano intenta hacer daño a otros, todos los individuos bienintencionados
tienen derecho a organizarse contra él.
Pierre Joseph Proudhon, escritor francés del siglo XIX, ha sido considerado
desde una perspectiva histórica el padre del sistema denominado anarquismo
filosófico. Según Proudhon y sus partidarios, el anarquismo excluiría la
autoridad como criterio rector de la sociedad, estableciendo el individualismo
en su grado máximo. Los anarquistas filosóficos, sin embargo, repudian los
métodos violentos y esperaban que la sociedad evolucionara hacia una organización
anárquica. Los anarquistas que rechazan las teorías de Proudhon mantienen que
el desarrollo humano progresa mediante la cooperación social, y que ésta no
puede ser nunca voluntaria por entero.
Otra escuela del anarquismo, basada en la acción organizada e incluso en
actos de terrorismo para conseguir sus propósitos, se escindió del movimiento
socialista y apareció hacia finales del siglo XIX.
La tendencia anarquista que propugnaba la acción directa fue la más
conocida. Por otro lado, las ideas colectivistas de Bakunin fraguaron el
desarrollo del anarcosindicalismo, en especial en Italia. Las actividades de
dirigentes como Enrico Malatesta o Giuseppe Fanelli, permitieron la formación
de sindicatos, en especial en las ciudades más industrializadas, y la difusión
de sus ideas en América o en España.
En el primero de los casos, la llegada de inmigrantes de origen italiano
estimuló la formación de organizaciones anarcosindicalistas reprimidas con gran
dureza en Estados Unidos, donde fueron ejecutados anarquistas de origen
italiano (como Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti) de forma arbitraria, ante
las protestas internacionales.
En Latinoamérica emigrantes anarquistas de origen italiano y español
contribuyeron a la formación de centrales sindicales como la Federación Obrera
Regional Argentina (FORA) fundada en 1901. En México la labor de Ricardo Flores
Majón y de sus hermanos Jesús y Enrique contribuyó a la expansión de las ideas
anarcosindicalistas que coincidieron en algunos puntos con el movimiento
revolucionario campesino de Emiliano Zapata.
El anarquismo en el siglo XX
Es probable que el anarquismo no hubiera pasado de ser una simple
especulación teórica de no haber existido una serie de activistas que lo
impulsaran creando organizaciones vinculadas al movimiento obrero con la
pretensión de destruir la sociedad capitalista y el Estado, y cuya fuerza se
manifestó desde la segunda mitad del siglo XIX.
Durante el periodo de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) o I
Internacional las posturas anarquistas estuvieron representadas por los
seguidores del revolucionario ruso Mijaíl Bakunin. Sin embargo, sus posturas
chocaron con las expuestas por los socialistas seguidores de Karl Marx y, tras
sucesivas derrotas en varios congresos, en el V Congreso de la AIT celebrado en
La Haya en 1872 los anarquistas fueron expulsados de la Internacional. Desde
entonces el socialismo y el anarquismo han divergido de un modo frontal, aunque
ambas ideologías partan de su radical negación del capitalismo. Los anarquistas
filosóficos continúan en desacuerdo con los socialistas por la importancia que
le conceden a la libertad del individuo por encima de cualquier limitación,
sobre todo, por parte del Estado.
Esta situación y la muerte de Bakunin en 1876 provocaron una dispersión de
los grupos anarquistas y una radicalización de sus posturas, que pasaron a
defender la “propaganda por la acción”, también llamada “propaganda por el
hecho”. Ello provocó una oleada de atentados terroristas de carácter individual
que pretendían movilizar una sociedad aletargada. Magnicidios como los de
Humberto I, rey de Italia, William McKinley, presidente de Estados Unidos,
Jorge I, rey de Grecia y del presidente de Francia Marie François Sadi Carnot,
así como otros atentados indiscriminados como en el teatro del Liceo de
Barcelona (1893) o en la calle Cambios Nuevos de la misma ciudad, cuando una
bomba lanzada en plena procesión del Corpus ocasionó seis muertos en 1896
—todos cometidos por anarquistas— fueron expresión de esta orientación
estratégica y generaron entre la opinión pública la identificación entre
anarquismo y terrorismo.
España fue uno de los países donde esos magnicidios fueron más relevantes.
Tres presidentes de Gobierno fueron asesinados: Antonio Cánovas del Castillo en
1897 por el italiano Michele Angiolillo; José Canalejas, en 1912, por Manuel
Pardiñas y Eduardo Dato que en 1921 fue asesinado por tres anarcosindicalistas.
El propio rey Alfonso XIII sufrió varios atentados; el más importante se
produjo el día de su boda con Victoria Eugenia de Battenberg, en mayo de 1906,
cuando una bomba lanzada por Mateo Morral, en plena calle Mayor de Madrid no
alcanzó su objetivo, pero provocó varios muertos entre el público asistente (un
monolito recuerda en la actualidad dicho atentado). En 1923 Buenaventura
Durruti y Francisco Ascaso dieron muerte al cardenal Soldevila, arzobispo de
Zaragoza, y al parecer un año después trataron de matar en París a Alfonso
XIII.
Desde una perspectiva histórica España fue el otro punto donde el
anarquismo —en sus distintas vertientes— arraigó con más fuerza e intensidad.
La llegada en 1868 del italiano Fanelli permitió la creación en Madrid de un
núcleo provincial de la AIT. En 1870 quedó constituida inicialmente la
Federación Regional Española (FRE) de la AIT, y la prensa obrera empezó a
difundirse a través de La Federación de Barcelona o La Solidaridad de Madrid,
aunque aún eran organizaciones clandestinas. El triunfo de los
anarcosindicalistas frente a los partidarios de “la propaganda por la acción”
se manifestó en la creación, en 1881, de la Federación de Trabajadores de la
Región Española (FTRE) que acabó disolviéndose tras la dura represión que
sufrió después de las actividades de grupos como Los Desheredados o la llamada
Mano Negra, descalificados incluso por la propia FTRE.
A comienzos de siglo en Cataluña se crea Solidaridad Obrera, de carácter
anarcosindicalista, que sería el núcleo de la creación, en 1910, de la
Confederación Nacional del Trabajo (CNT), fundada por 114 sociedades obreras de
toda España. Su actividad vino marcada por los intentos de los anarquistas
partidarios de la lucha armada por controlar sus actividades (en 1927 crearon
la Federación Anarquista Ibérica), como respuesta a los atentados que sufrieron
por parte de pistoleros de la patronal catalana en la década de 1920, dirigidos
por el general Martínez Anido y la fuerte represión durante la dictadura de
Miguel Primo de Rivera (1923-1930), lo que no impidió el fuerte crecimiento del
sindicato, en especial en Aragón y Cataluña.
En 1927 y en una reunión secreta celebrada en Valencia se constituyó la
Federación Anarquista Ibérica (FAI) como vanguardia revolucionaria del
movimiento anarquista. Pero nunca fue una organización centralizada en el seno
de la CNT sino una serie de grupos que actuaban sin cohesión.
Un destacado anarquista español, Juan García Oliver, declaró al comienzo de
la década de 1930 que pretendía “eliminar a la bestia que hay en el hombre”.
Por aquella época, y según la opinión del historiador Hugh Thomas, casi
millón y medio de trabajadores españoles eran anarquistas pero los afiliados a
las organizaciones no pasaban de 200.000. Durante la Guerra Civil española
(1936-1939) los anarquistas participaron en los gobiernos central y catalán (en
este último caso junto a Lluís Companys y Francesc Macià. Sus experiencias
colectivistas agrarias, sobre todo en Aragón, sucumbieron ante la oposición de
otras fuerzas políticas de la II República, como el Partido Comunista,
partidario de un gobierno fuerte y centralizado que permitiera ganar la guerra.
Evolución teórica
Entre los autores que pretendieron crear una concepción científica del
mundo y de la evolución social desde una perspectiva anarquista destacan Piotr
Alexéievich, príncipe Kropotkin, que se autodefinía como un comunista
anarquista, y la estadounidense Emma Goldman.
A partir de la década de 1940 los anarquistas sufrieron una dura
persecución por parte de los grupos políticos de izquierda internacionalista
radical vinculados a los partidarios de Stalin y sus aliados. No obstante, y
más en un plano de lucha y militancia activa que en el ámbito teórico, los
anarquistas lograron adeptos y una admiración general por su coraje y sentido
de fraternidad en todos los combates abiertos y librados en los frentes de
Europa y del resto del mundo frente a toda manifestación de autoritarismo y
tiranía. Un autor como Manuel Leguineche, estudioso de los avatares de la
Resistencia francesa, ha estimado en El precio del paraíso, después de recabar
multitud de informaciones y testimonios directos, que tras la derrota de la II
República española, los defensores de la Francia Libre capitaneada por el
general De Gaulle eran anarquistas españoles, hasta conformar casi el 60% de la
organización que luchó contra los invasores nazis. Un carro de combate
tripulado por anarquistas españoles (el `Guadalajara') fue el primero en entrar
en 1945 en el París liberado de la Ocupación alemana, como Ernest Hemingway
atestiguó en sus crónicas.
Es sin embargo en el plano doctrinal donde se registra un renacimiento del
anarquismo, acaso algo abstracto o en exceso teórico en contraste con su
trayectoria histórica, muy nutrida de acontecimientos épicos, a finales de la
década de 1960, con motivo de los levantamientos estudiantiles y obreros que se
produjeron en París, Berlín, México D. F. y Berkeley (California). Una síntesis
de `socialismo real', como se denominaba a la política mantenida entonces por
la Unión Soviética, y de sincretismo utópico que integraba las posturas
ideológicas más radicales, originaba el llamado `sesentayochismo' (1968), de
marcado cuño libertario anarquista. De este modo, líderes estudiantiles como
los hermanos Cohn-Bendit, jóvenes sindicalistas procedentes del
marxismo-leninismo como Rudi Dutschke, filósofos de la Escuela de Frankfurt que
lograron huir del nazismo (Herbert Marcuse, Theodor W. Adorno, Max Horkheimer,
entre otros), existencialistas como Jean-Paul Sartre, Albert Camus, Simone de
Beauvoir y heterodoxos en la órbita del comunismo como Louis Althusser, Nicos Poulantzas
y los trotskistas Alain Krivine y Ernest Mandel, además de intelectuales
críticos como Noam Chomsky, Angela Carter, Norman O. Brown o Kurt Vonnegut
configuraron un espacio ideológico amplio que revitalizó el ansia irrenunciable
de los defensores de la anarquía, entendida ésta como sinónimo del `orden más
perfecto posible' para la humanidad.
Doctrina filosófica desarrollada por los filósofos estadounidenses del
siglo XIX Charles Sanders Peirce, William James y otros, según la cual la
prueba de la verdad de una proposición es su utilidad práctica; el propósito
del pensamiento es guiar la acción, y el efecto de una idea es más importante
que su origen. El pragmatismo fue la primera filosofía de Estados Unidos
desarrollada de forma independiente. Se opone a la especulación sobre
cuestiones que no tienen una aplicación práctica. Afirma que la verdad está
relacionada con el tiempo, lugar y objeto de la investigación y que el valor es
inherente tanto por sus medios como por sus fines. Fue la manera dominante de
abordar la filosofía en los Estados Unidos durante el primer cuarto del siglo
XX.
El filósofo y pedagogo estadounidense John Dewey desarrolló el pragmatismo
dentro de una nueva perspectiva teórica, el instrumentalismo. El pensador
británico Ferdinand Canning Scott Schiller y el matemático francés Henri
Bergson contribuyeron a la evolución del pragmatismo. Como el antiguo
utilitarismo, el pragmatismo plantea una metodología para la evolución de las
ciencias naturales.
Doctrina y teoría social, económica y política basada en la obra de Karl
Marx y sus seguidores, indisolublemente unida a dos ideologías y movimientos
políticos: el socialismo y el comunismo.
Doctrinario marxista
La obra de Marx puede dividirse entre sus primeros escritos filosóficos
(Manuscritos filosóficos y económicos, 1844; La ideología alemana, 1845-1846),
sus panfletos (Manifiesto Comunista, 1848), sus análisis de acontecimientos
contemporáneos (El 18 brumario de Luis Bonaparte, 1852; La guerra civil en
Francia, 1871) y los escritos fundamentales de su madurez (Contribución a la
crítica de la economía política, 1859; y, sobre todo, El capital, vol. 1, 1867;
vols. 2 y 3, publicados póstumamente). Las ramificaciones de la doctrina
marxista podemos encontrarlas en ámbitos filosóficos, económicos, históricos,
políticos y de la mayoría de las ciencias sociales. Ningún otro teórico ha sido
tan estudiado y tan discutido durante el siglo XX como Karl Marx. La razón de
este interés está lejos de ser exclusivamente académica. Ningún otro pensador
moderno ha tenido tanta influencia sobre los movimientos políticos y sociales.
Marx pretendía desvelar las leyes inherentes al desarrollo del capitalismo.
Creía que cada época histórica se caracterizaba por un modo de producción
específico que se correspondía con el sistema de poder establecido y, por lo
tanto, con una clase dirigente en perpetuo conflicto con una clase oprimida.
Así, la sociedad medieval estuvo caracterizada por el modo de producción
feudal, en el que la clase poseedora de la tierra obtenía una plusvalía del
campesinado que trabajaba aquélla. Las sucesivas transiciones del sistema de
esclavitud al feudalismo, y del feudalismo al capitalismo, se produjeron cuando
las fuerzas productivas (es decir, los grupos relacionados con el trabajo y los
medios de producción como las máquinas) no podían seguir desarrollándose con
las relaciones de producción existentes entre las distintas clases sociales.
Así, la crisis que afectó al feudalismo cuando el capitalismo necesitaba una
creciente clase trabajadora conllevó la eliminación de las bases legales e
ideológicas tradicionales que ataban a los siervos a la tierra.
La relación fundamental del capitalismo, basada en salarios, parte de un
contrato entre partes jurídicamente iguales. Los propietarios del capital
(capitalistas) pagan a los trabajadores (el proletariado, poseedor únicamente
de su fuerza de trabajo) salarios a cambio de un número de horas de trabajo
acordado. Esta relación disfraza una desigualdad real: los capitalistas se
benefician de parte de lo producido por los trabajadores y no remunerado en sus
salarios. Esta plusvalía generada en favor de la clase capitalista proporciona
a los propietarios del capital una gran riqueza y el control sobre el
desarrollo económico de la sociedad. De esta manera se están apropiando no
solamente de la riqueza, sino también del poder. La compleja superestructura
política, el conjunto de leyes e ideologías, regula y refuerza este tipo de
relaciones sociales. En efecto, al poseer la plusvalía, los capitalistas pueden
acumular riqueza y poder, determinando la dirección que seguirá la sociedad.
Los bienes producidos mediante el sistema capitalista deben tener valor de uso,
ya que, de no tenerlo, no se podrían encontrar compradores; pero, para el
capitalista, tienen que tener valor de cambio: no se producen para el consumo
del propio capitalista, sino para que éste pueda intercambiarlos por dinero.
Así, la producción capitalista es esencialmente una producción dirigida al
intercambio y no a la satisfacción de necesidades. La competencia hace que las
empresas capitalistas ineficaces vayan a la quiebra, y se tienda a la
concentración de empresas y la creación de monopolios, al tiempo que los
mercados no dejan de crecer, pues las técnicas productivas y las medios de
intercambio están continuamente cambiando y mejorando.
Las crisis son un fenómeno inherente al capitalismo. Los capitalistas
intentan aumentar la intensidad de la jornada laboral y, en consecuencia, la
productividad del trabajo. Por su parte, los trabajadores, si están
organizados, resistirán. Los capitalistas intentarán ampliar los mercados, pero
al mismo tiempo pagarán a sus trabajadores el mínimo posible. Si lo consiguen,
tanto el consumo como la demanda de los trabajadores disminuirán, los mercados
se reducirán y el capitalismo entrará en crisis.
Interpretaciones del marxismo
La compleja, y a veces confusa, obra de Marx, permitió que se produjeran
interpretaciones dispares de la misma. Ya antes de 1914, la ortodoxia
dominante, representada en Alemania por Karl Kautsky y que defendía la
inevitabilidad del colapso del capitalismo a través de la revolución, fue
puesta en duda por Eduard Bernstein, auténtico fundador de lo que vino a
denominarse revisionismo. Tras la Revolución Rusa (1917), Lenin añadió a la
doctrina marxista una interpretación del imperialismo, una teoría del Estado y los
principios de la organización revolucionaria liderada por el partido; la
formulación de leninismo permitió hablar de una doctrina marxista-leninista.
Las posteriores aportaciones hechas al marxismo por Stalin (el estalinismo, que
negaba la internacionalización de la revolución), Trotski (el trotskismo, que
preconizaba justo lo contrario), Mao Zedong (el maoísmo, que suponía la
adaptación del marxismo al Tercer Mundo) o Antonio Gramsci (que subrayó el
papel de la ideología en una sociedad civil para la construcción de una
hegemonía política), se sumaron a las distintas interpretaciones que en el
siglo XX se hicieron del pensamiento de Marx.
Los orígenes
La escuela surgió de un seminario de Moritz Schilick. En tal sentido Ayer
nos dice:
El circulo de Viena surgió […], cuando Moritz Schilick, en torno al
cual se agrupo, llegó de Kiel para ocupar la cátedra de filosofía en la
universidad de Viena.
Y se presento en público de una manera casi brusca, el año 1929, bajo el
nombre de «Circulo de Viena», con la publicación de su folleto programa
Wissenschaf-tliche Weltauffaussung - Der Wierner kreis (Concepción cientifica
del mundo - Del circulo de viena). Ayer nos dice al respecto:
…al principio, constituía más bien un centro de reunión que un grupo
organizado. Al advertir que se tenía un común interés por un determinado
conjunto de problemas y una actitud común hacia ellos, sus miembros se
reunieron con regularidad para discutirlos.[…], pero complementandose con otras
actividades tales, que transformaron el centro de reunión en algo parecido a un
partido político; dicho proceo comenzó en 1929 con la publicación de un
manifesto titulado «Wissenschaftliche Weltauffassung - Der Wiener Kreis», que
habcia una exposisción breve de la postura filosfica del grupo y una reseña de
los problemas de la filsofía tanto de matematicas como de las ciencias físicas
y sociales que les interesaba principalmente resolver; ese folleto fue escrito
por carnap, Neurath y Hahn,…
Después de afirmar que desarrollaban una tradición vienesa que había
florecido a fines del siglo XIX , se referían al empiro criticismo alemán, de
Joseph Petzolt (1862- 1929), discípulo de Averanius, recogió la dirección de la
revista Annale der philosophie, de la que surgió luego la revista
Erkenntnis (conocimiento), el órgano neopositivista más importante entre 1930 y
1938, posteriormente en 1939 fue reemplazada por el Journal of United Science.
Y en la variente austrica Ernest Mach, Ludwig Boltzman y no obstante sus
intereses teologicos Franz Bretano. Entre sus precursos positivistas en moral y
sociología mencionaban a Epicuro, Hume, Bentham, Mill, Comte, Spencer,
Feurbach, Marx, Müller-Lyer, Popper-Lynkeus y Karl Menger Sr. Por cierto
a Karl Marx no se le incluye por su lógica ni por su metafísica, sino por su
acceso cientifico al estudio de la historia.
Los representantes
Antes de enunciar quienes son los representantes del neopositivismo
trataremos de esclarecer quienes no son parte del mismo.
Primero los neopositivistas no son los neorrealistas ingleses tales como
Moore , Russell o Whitehead. Tampoco Wittgenstein fue un neopositivista, aunque
su Tractatus logico-philosophicus, fue citado con mucha frecuencia e influyó en
ellos grandemente. Tampoco Los filósofos de la ciencia como Karl Popper, porque
aunque su obra no se entiende si no en polemica con los neopositivistas el
nunca quizó ser asociado con ellos. Ni mucho menos con la filosofía analítica
en general, porque si bien los neopositivistas practicaron el «análisis
filosófico».
No debe confundirse, sin embargo, las dos cosas, porque hubo filósofos
analíticos antes de que los neopositivistas hicieran su aparición En rigor, el
«análisis filosófico» ha permanecido como «actitud filosófica».
Ahora bien, los neopositivistas mejor conocidos como «positivistas lógicos»
o «empiristas lógicos» fueron un grupo de filósofos, hombres de ciencia,
matemáticos que se denominaron a sí mismos , el Circulo de Viena.
Sus principales miembros aparte de Schilick fueron Rudolf Carnap, Otto
Neurath, Herbert Feigl, Friederich Waismann, Edgar Zilsel y Victor Kraft,
Philip Frank, Karl Menger, Kurt Gödel y Hans Hahn.
Hacia 1929 organizo su primer congreso internacional el cual se celebró en
Praga, el siguiente en 1930 en Könisberg, y el que siguio en 1934 otra vez en
Praga, en 1935 en París, 1936 en Copenahague, 1937 otra vez en París, 1938 en
Cambrige.
Estas reuniones fomentaron la aspiración del Círculo para convertir
al positivismo lógico en un movimiento internacional; ya con anterioridad había
establecido una alianza con la llamada Escuela de Berlín, cuyos principales
representantes eran Hans Reichenbach, richard von Mises, Kurt Grelling y en
fecha posterior con Carl Hempel. Los congresos le permitieron entrar en
contacto con filósofos escan-dinavos como Joergen Joergensen, Arne Naess, Ake
Petzàll, Eino Kaila y con la escuela de empiristas de Upsala; con el grupo
holandés reunido en torno del filósofo Mannoury; con el grupo de lógicos de
Münster dirigido por Heinrich Scholtz, También se formo una alianza importante
con los lógicos polacos cuyas figuras más prominentes fueron Lukassiewicz,
Lesnievsky, Chwistek, Kotarbinski, Ajdukiewicz y Tarski. En Inglaterra sus
partidarios eran Ayer y F.P. Ramsey.
Aun cuando el movimiento del
neopositivismo ganó durante el decenio transcurrido entre 1930 y 1940 mayor
fuerza, el Círculo de Viena en sí mismo estaba ya en proceso de disolución.
Ayer nos dice:
Cuando yo asistí a sus reuniones, Carnap y Frank habían aceptado cátedras
en la Universidad de Praga, y Schilick y Neurath, Waismann y Hahn eran quienes
sostenían principalmente las discusiones; sin embargo Hahn murió en 1934 y dos
años más tarde Schilick fue asesinado, por un estudiante desequilibrado que le
disparo un tiro en la cabeza.
Con excepción de Neurath, que había participado en el Gobierno
Espartaquista revolucionario de Munich al terminar la primera guerra mundial,
sus miembros no habían participado activamente en política, pero su
temperamento crítico y científico los hizo sospechosos ante los gobiernos de
derecha de Dolfuss y de Schuschnigg, y más aún ante los nazis. La mayoría se
vio obligada a ir al exilio. Neurath, que se había refugiado en Holanda, hizo
un valeroso esfuerzo para mantener vivo el movimiento, se hicieron preparativos
para que la Universidad de Chicago publicará una colección de folletos titulada
ambiciosamente International Encyclopedia of United Science, se planearon
nuevos congresos, pero el estallido de la guerra y la muerte de Neurath
acaecida en Inglaterra hacia 1944, el movimiento perdió su cohesión.
Tesis generales
Cuando persuadidos de estos principios recorremos las bibliotecas ¡ qué
estragos deberíamos hacer! Tomemos en nuestra mano, por ejemplo, un volumen
cualquiera de teología o de metafísica escolástica y preguntémonos: ¿Contiene
algún razonamiento abstracto acerca de la cantidad y el número? ¿No? ¿Contiene
algún razonamiento experimental acerca de hechos y cosas existentes? ¿Tampoco?
Pues entonces arrojémoslo a la hoguera, porque no puede contener otra cosa que
sofismas y en gaño
Esta cita está tomada de la obra, Inquiry Concerning Human Understanding,
de David Hume; constituye un excelente enunciado de la postura del
neopositivismo y estos también eran conocido como «empiristas lógicos» o
«positivistas lógicos» , donde el adjetivo «lógico» resaltaba que pretendieron
incorporar los descubrimientos de la lógica contemporánea.
Su propósito es
construir el sistema de las ciencias en definitiva con elementos:
a. Vivencias elementales empíricas y
b. conexiones lógico formales.
Dynnik nos dice:
1) concepción de los hechos «neutrales» y enunciados «protocolarios» y
programa de eliminación de la metafísica del dominio de las ciencias;
2) principio de verificación como instrumento de lucha «antimetafísica»
contra la metafísica;
3) convencionalismo, como interpretación del aparato lógico metafísico del
análisis; 4) programa de fisicalismo como «objetivo final del análisis».
Los neopositivistas discreparon mucho entre si, pero podemos decir que aun
así habían tesis comunes y que si divergían eran por que no estaban de cuerdo
en la manera de realizar dichas tesis.
Estas tesis son:
A) Rechazo de la metafísica especulativa: la filosofía no es sino el
estudio de la sintaxis lógicas de las proposiciones con sentido, que
constituyen las ciencias. O en otras palabras, la filosofía no es otra cosa que
todas las ciencias ordenada en un sistema lógico coherente.
B) La teoría de la verificalidad: el sentido de la proposición
consiste en el método de su verificación, o la proposición tienen sentido
cuando es verificable y sólo entonces.
C) Para que la proposición tenga
sentido debe estar formada de acuerdo con las reglas sintácticas del lenguaje.
D) La verificación debe ser intersubjetiva, es decir, que debe poder
ser realizada fundamentalmente por lo menos por dos observadores. Si éste no es
el caso, no puede comprobarse la verdad de una proposición ni puede ser ella
una proposición científica.
E) Por consiguiente, el único lenguaje con sentido es el de la física
(fisicalismo)
F) y hay que unificar todas las ciencias desde este punto de vista:
lenguaje unitario y ciencia unitaria.
“La Etica de la liberación"
No tenemos en Dussel un defensor de la violencia en sí misma (por
supuesto), pero se ve obligado a hacer una fundamentación de ella (en la guerra
y la revolución) por cuanto la considera un medio posible para el fin que él
propugna: la liberación de los oprimidos. No debe la suspicacia del lector,
pues, ver en ciertas frases dusselianas algo ambiguas un encomio de la
violencia revolucionaria por sí misma(4); nuestro autor deja pronto claro que para él
"revolución y guerra son hechos ciertamente dramáticos... causando inevitables
sufrimientos y víctimas inocentes sin cuento"(5). Sin embargo, estas concesiones al discurso
pacifista más políticamente correcto de nuestros días, y la cita explícita de
textos como aquel de Hannah Arendt, en que la pensadora arguye que las teorías
políticas de la revolución y la guerra "sólo pueden ser una justificación
de la violencia, y lo que es glorificación o justificación de la violencia en
cuanto tal, ya no es política sino antipolítica"(6), no le llevan a Dusel a renunciar a elaborar una
teoría que fundamente esos "medios de la liberación"; de hecho, la
cita del proprio motto de Arendt le va a servir para intentar mostrar lo
contrario: que se puede justificar (políticamente) la guerra violenta sin
justificar (antipolíticamente) la violencia.
El modo de cumplir esta complicada pirueta argumentativa es el que
acostumbra a adoptar casi toda defensa verbal de la violencia: el de acusar de
violentos "a los otros", a aquellos contra quienes se levanta la
guerra o la revolución. Para ello, Dussel se esfuerza a lo largo de dos
parágrafos y un esquema en cambiar "ligeramente" a su gusto el
vocabulario habitual castellano, y en restringir el uso de la palabra
"violencia" sólo para la calificación de aquellos regímenes (o
revoluciones) ilegítimos , mientras que revoluciones (o regímenes) legítimos
deben, en su opinión, dejar de ser llamados "violentos" para pasar a
considerarse que lo que emplean es "coacción legítima"(7). Así, al apoyar a
revolucionarios como Fidel Castro y el MSLN (§377), al español cura Hidalgo o
incluso a George Washington (§376, §382), no se ve a sí mismo cayendo en la
"antipolítica" arendtiana de defender la violencia, sino sólo
apoyando la "coacción legítima", mientras que los que sí que serían
violentos son los órdenes contra los que estos líderes se levantaban, por ser
su coacción "ilegítima".
Se vuelve entonces central para la EL la determinación de cuándo un orden
político o una revolución deben considerarse legítimos-coactivos o
ilegítimos-violentos. Los tres criterios que a ello sirven se ofrecen a lo
largo de toda la extensa obra, pero pueden resumirse así: el primero es el que
se denomina formal, es decir, siguiendo a Apel y a Habermas, el que ve la
legitimidad como "la aceptabilidad consensual de un orden político
compartida por los miembros simétricamente argumentables en una comunidad de
argumentación" (§378). A este, empero, hay que añadirle un segundo
criterio (material) que "le (sic) falta a Weber y a Habermas"
(ibid.), y a filósofos en general "de sociedades avanzadas", según el
cual la legitimidad de un orden político consiste además en "la
posibilidad [de este] de producir, reproducir y desarrollar la vida humana de
cada uno de los miembros... en un nivel aceptable o tolerable" (ibid.). Y,
por último, un tercer criterio se debe exigir a regímenes y revoluciones para
evitar que caigan en utópicas fantasías: el criterio de la factibilidad, de su
realizabilidad en la situación histórica dada.
Así pues, para Dussel la violencia es legítima ("coacción
legítima" en su lenguaje) si la decisión de utilizarla como medio para la
liberación de una comunidad de oprimidos ha sido tomada por estos de modo
argumentativamente simétrico para salvar su vida (en sentido no sólo biológico
de la palabra), y es realizable tal liberación. Y "un orden que mata,
excluye o de imposible realización empírica" se tornaría
"inevitablemente ilegítimo" (ibid.). Cuando la revolución es legítima
y el orden no lo es, estaríamos ante el momento que a la EL "le interesa
estríctamente (sic.)" (§379), el momento de la violencia legítima. Pues
bien, lo que intentaremos mostrar a continuación es que, sin entrar a
cuestionar los criterios de legitimidad que Dussel propone (démoslos por
supuestos), ni su bautizo como "coacción (y no: «violencia»)
legítima"(8), tal momento es imposible : o sea, que nunca se
pueden cumplir ninguno de los criterios de legitimidad que Dussel propone si
una revolucion emplea las armas y la muerte, porque existe una fuerte
contradicción entre cada uno de estos criterios y la posibilidad de la
violencia, aunque Dussel pretenda defender a la vez aquellos y esta.
Trabajo enviado por:
Ricardo Sosa
ricardofs@hotmail.com
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